Nualecturas: Crímenes Ejemplares

Curioseando en librerías a veces encuentro joyitas como los libros de Thule ediciones, de los que suelen tener sólo uno o dos ejemplares. Ayer tras ir a Correos, me fui a explorar la sección de libros de esecentrocomercialalquenoquierohacerpublicidad y, tras mirar todos los estantes, en el rincón más remoto y escondido de la tienda encontré esta preciosa edición en rústica de los Crímenes Ejemplares de Max Aub , impresa con tinta plateada sobre papel negro y, nunca mejor dicho, oscuro objeto de deseo desde que lo vi en el catálogo de la editorial. Podría haberlo pedirlo directamente a la editorial, pero así perdería la gracia claro.
(Aunque esta edición de mediavaca... mmm....)
Max Aub es uno de los escritores más brillantes que ha parido este país, aunque técnicamente hablando nació en París (1903) y murió en México (1972), país al que tuvo que exiliarse y donde produjo gran parte de su obra. Espero que algún día se le haga justicia, porque sigue siendo un autor relativamente desconocido para el gran público. Merece la pena perderse un rato en la página web de la Fundación Max Aub y echar un vistazo a su biografía. Allí descubriréis que además de ser un gran escritor, era un gran hombre. Y un consejo: NO os saltéis la INTRO y podréis escuchar a Max en persona recibiros con un: “Siento no estar con vosotros, mas creedme si os aseguro que lo estoy de corazón”.
Casi cincuenta años después de la primera edición (1957) sus Crímenes Ejemplares siguen siendo modernos, un libro fresco y divertido, que constituye el mejor ejemplo en lengua castellana de en qué consiste el humor negro. En este libro el autor reúne una colección de microrrelatos, todos ellos confesiones de asesinato. Estos testimonios, aclara el autor en el prólogo, los consiguió narcotizando a los asesinos (“Reconozco que, para hacerles hablar sin prejuicios, recurrimos –que no lo hice solo- a cierta droga hija de algunos hongos mexicanos de la sierra de Oaxaca, para ser más preciso.”) Estos no son como uno podría pensar lunáticos sino personas normales y corrientes: “En contra de lo que se pueda suponer, sólo dos confesiones vienen de boca de alienados. En general, los locos fueron decepcionantes.”
Mi conclusión: no importa el quién, el cómo, el cuándo, ni el por qué; la muerte siempre es absurda.
Aunque el grueso del libro es el capítulo de Crímenes, también hay otros de Suicidios, Gastronomía, Epitafios y esta edición incluye además un apéndice con los crímenes suprimidos en la edición de 1968. Dejo una selección de los que más me divirtieron. Sólo una advertencia: ayer antes de dormir estuve leyéndolos y esta mañana al despertar tenía en la boca sabor a perro muerto. Luego no digáis que no avisé.
CRIMENES
Empezó a darle vuelta al café con leche con la cucharita. El líquido llegaba al borde, llevado por la violenta acción del utensilio de aluminio. (El vaso era ordinario, el lugar barato, la cucharilla usada, pastosa de pasado.) Se oía el ruido del metal contra el vidrio. Ris, ris, ris, ris. Y el café con leche dando vueltas y más vueltas, con un hoyo en su centro. Maelstrom. Yo estaba sentado enfrente. El café estaba lleno. El hombre seguía moviendo y removiendo, inmóvil, sonriente, mirándome. Algo se me levantaba de adentro. Le miré de tal manera que se creyó en la obligación de explicarse:
-Todavía no se ha deshecho el azúcar.
Para probármelo dio unos golpecitos en el fondo del vaso. Volvió en seguida con redoblada energía a menear metódicamente el brebaje. Vueltas y más vueltas, sin descanso, y el ruido de la cuchara en el borde del cristal. Ras, ras, ras. Seguido, seguido, seguido sin parar, eternamente. Vuelta y vuelta y vuelta y vuelta. Me miraba sonriendo.Entonces saqué la pistola y disparé.
*
Lo maté porque era de Vinaroz.
*
-¡Antes muerta! –me dijo. ¡Y lo único que yo quería era darle gusto!
*
Lo maté en sueños y luego no pude hacer nada hasta que lo despaché de verdad. Sin remedio.
*
*
*
Estábamos al borde la acera, esperando el paso. Los automóviles se seguían a toda marcha, el uno tras del otro, pegados por sus luces. No tuve más que empujar un poquito. Llevábamos doce años de casados. No valía nada.
*
¿Usted nunca ha matado a nadie por aburrimiento, por no saber qué hacer? Es divertido.
Lo maté porque me dieron veinte pesos para que lo hiciera.
*
Mató a su hermanita la noche de Reyes para que todos los juguetes fuesen para ella.
*
Lo maté porque me dolía la cabeza. Y él venga hablar, sin parar, sin descanso, de cosas que me tenían completamente sin cuidado. La verdad, aunque me hubiesen importado. Antes, miré mi reloj seis veces descaradamente: no hizo caso. Creo que es una atenuante muy de tenerse en cuenta.
*
Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.
*
Errata.
Donde dice:
La maté porque era mía.
Debe decir:
La maté porque no era mía.
*
Lo maté porque no pensaba como yo.
*
La maté por no darle un disgusto.
*
¡Si era un pobre imbécil! ¿Qué valía de él? Su dinero, exclusivamente su dinero. Y ahí está. ¿Entonces?
*
Le olía el aliento. Ella mismo dijo que no tenía remedio...
*
Lo maté sin darme cuenta. No creo que fuera la primera vez.
DE SUICIDIOS
No se culpe a nadie de mi muerte. Me suicido porque de no hacerlo, seguramente, con el tiempo te olvidaría. Y no quiero.
*
No se culpe a nadie de mi muerte. Mentira, siempre se suicida uno por culpa de alguien. “Nadie” es siempre alguien.
*
Se suicida uno por todo.
*
¿Quién no se ha suicidado?
*
- Dormir es suicidarse un poco cada noche.
- Usted es soltero.
- ¿Cómo lo sabe?
*
Se suicida uno por cualquier cosa.
*
Nadie se suicida por equivocación ni por ignorancia. Morirse es otra cosa aunque, a veces, parezca un suicidio.
*
No puedo dormir sin ti.
*
¿Para qué vivir sin comer espárragos?
*
Después de todo, nada.
Me mandó al demonio; voy.
DE GASTRONOMÍA
Esa hormiga odiaba aquel león. Tardó diez mil años pero se lo comió todo, poco a poco, sin que él se diera cuenta.
EPITAFIOS
Del bueno:
No se enteró.
Del bobo:
No tuvo enemigos.
De un tirano:
Fue a lo suyo
por lo tuyo.
De un artista:
Si fue, no es.
Si salvó el nombre,
tanto da lo que
aquí es: fue.
De Don Juan:
Mató a quien quiso.
De un imbécil:
A todo dijo que sí.
Mío:
No pudo más.
Contraepitafio:
Todo o nada.
Ahí queda eso.
6 comentarios
Nuala -
De hecho si Max Aub tuviera un blog, probablemente se parecería al tuyo. Semillitas. :)
nadie -
Nuala -
Borjo -
:)
Nuala -
En Galicia el humor negro lo llevamos en los genes, con el dolor de huesos y la retranca. :)
MH -
En fin. :)
(recuero un recopilatorio de Esquelas que publicó Luis Carandell: de Galicia había auténticas joyas)